dc.description.abstract | En este trabajo se pretende manifestar la labor del Concilio Vaticano II por ayudar al hombre en el divorcio que existe entre los hombres a causa de la envidia. Es difícil evitarla. Entre el laico y el ministro de los sacramentos siempre ha habido, y no procede del Señor, cierta envidia, el pecado diabólico, pues por envidia entró la muerte en el mundo (Sab 1, 13-15), y no es bueno que eso exista en la Iglesia. En realidad, Dios, que en Cristo ha buscado hasta la muerte a la oveja perdida, con riesgo y sacrificio de sí mismo, no nos ha mostrado que la más pequeña de las ovejas, o la más pecadora, sea menos amada. Por eso, el Concilio Vaticano II, en la Presbyterorum ordinis, entre otros documentos, ha aclarado contundentemente esta realidad de la Iglesia. Un análisis de los aspectos más relevantes de este documento permitirá identificar que no se ha caído en la alternativa protestante, tan tocada de lucha de clases, de oposición entre el ministerio y el laicado, sino que a ambos los ha englobado en la misma misión sacerdotal, la intercesión y la entrega, y a uno le ha encargado especialmente al otro, al ministerio el servicio del laicado, y el amor del Pastor, que es Cristo. | es_ES |