Abstract
La cultura de sujeción de la mujer instituida desde siempre en el mundo es una realidad que no debemos descalificar. Las cadenas, reales o figurativas, que atan a la mujer y le impiden desarrollarse como individuo están presentes desde muy temprano en su existencia incluso hoy, en pleno siglo XXI. La represión comienza en el hogar, espacio que supuestamente debe proteger y fomentar el florecimiento individual. Esta represión temprana condena, casi indefectiblemente, a la mujer una vida trunca. El artículo «¿Hijas o esclavas?... » compara el trato a las hijas en La casa de Bernarda Alba (1936) de Federico García Lorca y Como agua para chocolate (1989) de Laura Esquivel.